El LSD es una de las sustancias químicas más
potentes para cambiar el estado de ánimo. Se manufactura a partir del ácido
lisérgico, que se encuentra en el cornezuelo, un hongo que crece en el centeno
y otros granos. Se produce en forma de cristales en laboratorios ilegales,
principalmente en Estados Unidos. Esos cristales se convierten en líquido para
distribuirlo. Es inodoro, incoloro y tiene un ligero sabor amargo.
Conocido
como “ácido” y con muchos otros nombres, el LSD se vende en la calle en
pequeñas tabletas (“micropuntos”), cápsulas o cuadros de gelatina (“cristal de
ventana”). A veces se añade a papel absorbente, el cual entonces es dividido en
cuadros pequeños decorados con diseños o personajes de caricaturas.
Ocasionalmente se vende en forma líquida. Pero sin importar en qué forma esté,
el LSD conduce a quien lo consume al mismo lugar: una severa desconexión de la
realidad.
Los consumidores de
LSD llaman “viaje” a una experiencia con LSD, que típicamente dura doce horas o
más. Cuando las cosas salen mal, lo cual sucede con frecuencia, se le llama
“mal viaje”; lo cual es otro nombre para un infierno viviente.
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